Los chatbots de inteligencia artificial, como ChatGPT y Gemini, se convirtieron en aliados cotidianos para responder dudas, resolver tareas o redactar textos. Pero un estudio reciente del Massachusetts Institute of Technology (MIT) plantea una alerta: el uso intensivo de estas herramientas puede debilitar el pensamiento crítico, especialmente entre los más jóvenes.

La investigación sostiene que las respuestas rápidas y bien estructuradas que ofrecen los chatbots pueden generar confianza excesiva. El problema es que, al aceptar la información sin verificarla ni analizarla, los usuarios reducen su capacidad de cuestionamiento.

El riesgo de un “atajo intelectual”

El MIT advierte que los chatbots facilitan el acceso a datos, pero al mismo tiempo quitan incentivos a la reflexión. Este fenómeno es más evidente en estudiantes, quienes pueden sentirse tentados a copiar lo que la inteligencia artificial (IA) les entrega sin procesarlo. Así, el aprendizaje pierde riqueza y se transforma en un simple traspaso de información.

Los especialistas en educación subrayan que la capacidad de comparar fuentes, detectar sesgos y elaborar argumentos propios es clave en una sociedad atravesada por la desinformación. Si esas prácticas se abandonan, el pensamiento crítico corre peligro de volverse superficial.

Un desafío en las aulas

El informe apunta directamente a la educación. En el aula, la presencia de chatbots cambia los hábitos de estudio y obliga a los docentes a replantear sus estrategias. Ya no alcanza con prohibir o restringir estas herramientas: el desafío es enseñar a usarlas de manera responsable, como complemento de la investigación y no como sustituto.

Los investigadores recomiendan que los sistemas educativos incluyan programas de alfabetización digital que no sólo enseñen a detectar fake news en redes sociales, sino también a evaluar críticamente las respuestas de una IA.

Tecnología con responsabilidad compartida

El MIT también sugiere que las empresas que desarrollan inteligencia artificial trabajen en nuevas funciones que estimulen la reflexión. Una opción sería ofrecer diferentes perspectivas sobre un tema en lugar de una respuesta cerrada. De esa manera, los usuarios tendrían que comparar y analizar, en lugar de conformarse con un único punto de vista.

El futuro, señalan los expertos, no está en evitar los chatbots, sino en aprender a convivir con ellos sin perder autonomía. La inteligencia artificial puede ser una herramienta poderosa, pero no debe reemplazar el proceso humano de razonar y decidir.

Una generación en transformación

Los jóvenes representan el grupo más expuesto a este fenómeno. Son la primera generación que incorpora la inteligencia artificial en su día a día, desde la escuela hasta la universidad. El riesgo es que, a largo plazo, la dependencia excesiva de los chatbots reduzca la capacidad de pensar de manera independiente.

El informe del MIT concluye con una advertencia clara: el mayor peligro no es que la inteligencia artificial piense por nosotros, sino que dejemos de hacerlo.